Por mucho tiempo se ha creído que la costumbre de consumir bebidas o alimentos helados puede dañar la dentadura causando fisuras. Hay quienes incluso están convencidos de que el agua fría del grifo puede tener el mismo efecto cuando el cepillado se realiza inmediatamente después de despertar por la mañana. Pero lo cierto es que la mayoría de las fisuras dentales tienen un origen completamente distinto. Los odontólogos llaman bruxismo.
Una costumbre nada inofensiva
El bruxismo no es más que el hábito de apretar o rechinar los dientes entre sí. Algunas personas ejercen presión y la ficción con sus mandíbulas durante las fases profundas de sueño, sin embargo, otras lo hacen de manera consciente cuando experimentan estrés, ansiedad, aburrimiento o enojo. El caso es que, debido a que la mandíbula humana tiene capacidad para aplicar sin problemas varios kilos de fuerza mediante presión, casi en todas las situaciones, los dientes de quienes sufren bruxismo terminan con fisuras que tienen el potencial de arruinar la sonrisa permanentemente.
Esos síntomas extraños
El bruxismo es pues la primera causa de fisuras dentales, y estas a su vez, el principal factor que desencadena dolor y sensibilidad ante los alimentos y bebidas a bajas temperaturas. Pero este problema también es, en muchas ocasiones, lo que genera rigidez en la mandíbula, migrañas y empeoramiento de las molestias originadas por lesiones cervicales.
La buena noticia
El terrible bruxismo y sus síntomas se pueden tratar yendo al odontólogo, quien, además de diseñar un plan que te ayudará a controlar el hábito de rechinar y apretar tus dientes, evaluará el daño que ha sufrido cada pieza hasta el momento y lo contrarrestará con un tratamiento adecuado que evite que las fisuras se extiendan y que el dolor y la sensibilidad te hagan la vida difícil.
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